Saturday, October 03, 2009

POBREZA E INCLUSION SOCIAL. El aporte cooperativo

Por Juan Carlos Velazque

“Donde hay justicia no hay pobreza”
Benjamín Franklin


El INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) informa que hoy la pobreza afecta al 13.9 % de la población, habiendo descendido 3.9 puntos durante el último año. De acuerdo a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) realizada por dicho instituto en 31 conglomerados hay 709.000 hogares pobres compuestos por 3.429.000 personas, y 232.000 hogares indigentes compuestos por 995.000 que no llegan a la canasta básica de alimentos.
Sin embargo, según el Area de Estudios Económicos del Banco Ciudad de Buenos Aires la pobreza en la Argentina está en el 31.2 %, por lo cual habría aproximadamente 12.500.000 personas bajo esa linea, en tanto la indigencia estaría en el orden del 11.1 % afectando a más de 4.000.000 de personas. (Informe Económico Semanal Nº 53. Banco Ciudad de Bs. As. www.bancociudad.com.ar)

El propósito de este artículo no es polemizar con las cifras que publica el gobierno a través del INDEC. Nos vamos a referir al proyecto pergeñado, no sabemos por quien, sobre la constitución de cooperativas que realizarán trabajos comunales, que tiene por destinatarios a desocupados y cuyo objetivo sería disminuir sensiblemente la cantidad de pobres e indigentes.
No nos extenderemos en el análisis del proyecto de marras; ya muchos cooperativistas, profesionales y otros colegas, se han referido a esta noticia. Solo nos interesa tomarlo como punto de partida para un aporte que intentamos realizar desde estas lineas.

El plan anunciado por la Presidente el pasado 14 de agosto determina que las cooperativas estarán compuestas por 50 a 70 personas, con el propósito de crear 100.000 puestos de trabajo a distribuir entre unas 1500 a 2000 cooperativas, previéndose una inversión inicial de 1.500 millones de pesos.
En ese sentido entendemos que la constitución de este tipo de entidades no se corresponde con la naturaleza de la empresa cooperativa. Parece ser que los futuros “asociados cooperativistas” serán “seleccionados” (adiós al principio de adhesión voluntaria y abierta) y gozarán de una remuneración fija de aproximadamente $ 1.500 (adiós a los excedentes). ¿Y cuanto se terminen los fondos que aportará el estado que pasará con estas entidades y fundamentalmente de sus asociados?

Pobres e indigentes seguirán entonces el mismo camino cooperativo impuesto por las Resoluciones 2038/03 y 3026/06 del INAES, los mismos problemas y el mismo fin: la carencia de fondos, la falta de capacitación, la desocupación, el fracaso, el descrédito del cooperativismo. Por estos días, las cooperativas amparadas bajo estas resoluciones han sido intimadas a regularizar los aspectos documentarios en el término de 180 días por la Resolución INAES 3374/09 debido a que, según dice el Considerando de la misma “el éxito de tales emprendimientos… ha generado demoras de naturaleza formal” impidiendo de tal manera “la remisión de la documentación establecida por los artículos 41, 48, 56 y cc. de la Ley 20.337”. A muchas de ellas seguramente les llegará el fin a pesar del “éxito” puesto de manifiesto en la resolución mencionada.
Decía Jean-Jacques Rousseau que “La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro, ni ninguno tan pobre que se vea necesitado de venderse”.

No estamos en contra de bajar los índices de pobreza ni mucho menos nos oponemos a la creación de nueva cooperativas, pero estamos convencidos que esta no es la forma de paliarla sino que es la mejor forma de desvirtuar al cooperativismo.

Nada descubriremos si afirmamos que los pobres siempre han existido, pero “Es como si de pronto aparecieran y se hicieran visibles. Generalmente esto sucede cuando los necesitan y generalmente, también, no se les resuelve el problema, básico, aparentemente simple, pero en verdad complejísimo. Son como esas machas negras que no se notan en las alfombras oscuras, pero que cuando se derraman en tapetes blancos se nos hacen intolerablemente nítidas.” (Enrique Pinti, “Manchas en la alfombra”. La Nación Revista. 13/09/09)
Tampoco decimos nada nuevo afirmando que la Argentina no es el único país en el mundo que tiene este problema, otros también lo han tenido y los tienen. La diferencia estriba en que muchos de ellos han aplicado diferentes políticas públicas y nosotros no las tenemos. Italia encontró la forma a través de las “cooperativas sociales” -que no son las que acabamos de comentar y a las cuales ya muchos le están poniendo tal sello-, y son las que veremos a continuación.

LAS COOPERATIVAS SOCIALES ITALIANAS
Algunos pocos datos nos darán una pauta de la magnitud que han alcanzado en Italia las “Cooperativas Sociales”. El Instituto Nacional de Estadísticas de Italia (ISTAT) ha informado que al 31 de Diciembre de 2005 existían 7.363 cooperativas sociales con algo más de 244.000 trabajadores, 3,3 millones de beneficiarios y generaban recursos anuales de alrededor de 6.400 millones de euros. Además este modelo de cooperativas había incorporado alrededor de 30.000 trabajadores discapacitados. (Istat 2007, en “Revista Española del Tercer Sector”)

Este proceso se inicia en 1966 con una de las primeras cooperativas de solidaridad social. Diez años después solo había un total de diez pero su número comienza a crecer paulatinamente hasta que a partir de los años 80 se da un desarrollo más rápido, llegando a contarse para esa época con un número cercano a mil cooperativas.
¿Cómo explicarnos este fenómeno? Hagamos un poco de historia y vayamos a los 70, época de sustanciales conquista en materia de derechos civiles para los italianos, como la integración de los niños con discapacidad a la escuela pública, la gratuidad de los servicios de salud, y el acceso de la mujer en forma masiva al mercado laboral.
A la vez también comenzaban nuevas formas de exclusión social como el desempleo de los jóvenes, los emigrantes, los droga-dependientes, los “sin techo”, los liberados de cárceles, con lo cual aparecían nuevas necesidades sociales.

A esto se debía responder con soluciones de tipo laboral, educativo, sanitario y social, para lo cual el estado no tenía en ese momento respuestas inmediatas. Por ello las políticas públicas propendieron a la atención de aquellas necesidades a través de las organizaciones sin fines de lucro, las que comenzaron a tener un enorme crecimiento especialmente a partir de los 90.
Por otra parte la juventud, desilusionada de los tradicionales partidos políticos y sindicatos, comenzaron a buscar nuevas formas de participación en instituciones con base solidaria.
De allí a la cooperativa como forma ideal organizativa había un solo paso. Un capital inicial mínimo, una conducción democrática y participativa y el carácter empresarial de una organización sin fines de lucro, eran los elementos básicos que permitieron llevar adelante el ideal solidario buscado.
La lógica de su desarrollo fue la creación de empleos reales apostando a “pequeñas estructuras con capacidad de responder a las necesidades de los usuarios” (Gardin, en “Las empresas sociales”, pág. 78), con alguna ayuda estatal en algunos casos y en otros con recursos propios.
El paso siguiente fue unirse a todo el movimiento cooperativo italiano, base del llamado “tercer sector” italiano, el que también estaba buscando respuestas y soluciones a las nuevas demandas sociales.

¿QUE ES UNA COOPERATIVA SOCIAL?
Al decir de Gardin (“Las empresas sociales”, pág. 79), “La cooperativa social puede definirse como una cooperativa que, constituida libremente por un grupo de ciudadanos sensibilizados por las necesidades sociales particulares busca proporcionar los servicios indispensables para responder a estas necesidades, gracias a la organización de los recursos humanos (trabajo voluntario y remunerado) y materiales (con financiamientos privados y públicos).

El trabajo voluntario es una característica importante en el funcionamiento de las cooperativas sociales puesto que más de 30.000 trabajadores de esta naturaleza se desempeñaban en ellas en el 2007. Un dato: el 26 % de los directivos de las cooperativas sociales son Voluntarios. (Investigación de Flaviano Zandonai-Enzo Pezzini, Revista del CIRIEC, 2004)
El voluntariado es solo una parte de la innovación que provocan en Italia, y podríamos decir que en todo el mundo, este tipo de cooperativas dedicadas a la provisión de servicios que implican el bienestar social y la colocación en el mercado laboral de minusválidos.
Las cooperativas sociales se financian principalmente con recursos del Estado, los cuales son transferidos a organismos regionales, provinciales o municipales, y estos a su vez los entregan a las cooperativas sociales. Dicha dación puede ser realizada por convenio o mediante licitación pública.
Estos recursos les permiten a las cooperativas organizarse, contratar personal profesional, trabajadores remunerados y efectuar la capacitación pertinente a sus asociados.

Las cooperativas sociales no tuvieron en un principio una legislación específica. El auge que toman a partir de 1980 alienta a los cooperadores a pedir una reglamentación acorde a su atipicidad. Ello se logra con la sanción de la Ley Nº 381 del 8 de noviembre de 1991.
Su artículo primero dice que su objetivo es “perseguir el interés general de la comunidad, la promoción humana y la integración social de la ciudadanía” y reconoce dos tipos de cooperativas según sean sus objetivos:

a) Gestión de servicios socio-sanitarios y educativos;
b) Desarrollo de diversas actividades (agrícolas, industriales, comerciales o de servicios) que tengan por finalidad la inserción en el mundo del trabajo de personas desfavorecidas.

Las tareas que pueden realizar las cooperativas de Tipo A son: jardines de infantes y maternales, centros educativos para jóvenes y adultos con discapacidad, centros para la tercera edad, actividades sociales y culturales en las cárceles, centros de rehabilitación para jóvenes y adultos con discapacidad física grave, centros de participación juvenil, centros residenciales para menores, centros de rehabilitación para adictos, asistencia escolar y domiciliaria para jóvenes con discapacidad, centros residenciales para personas con enfermedad psíquica y mental, y asistencia domiciliaria para ancianos.
En tanto las cooperativas de Tipo B deben incorporar trabajadores en situación de desventaja, al menos en un 30 % del total de ocupados, y están exentas impositivamente sobre la parte correspondiente a tales trabajadores, pudiendo recibir también ayuda estatal.
Estas cooperativas trabajan habitualmente en sectores en los que no lo hacen ni el sector público ni el privado. El hecho de utilizar mano de obra aportada por trabajadores minusválidos les da una característica especial, la combinación de objetivos económicos y sociales. Son verdaderas empresas que desarrollan actividades agrícolas, industriales o de servicios, posibilitando además la integración de personas con dificultades para acceder al mercado laboral.
De tal manera coexisten en estas cooperativas, sea cual fuere el tipo, una extensa base social de heterogeneas características.

CONSORCIOS
Es sumamente interesante la participación de Consorcios destinados al agrupamiento de las cooperativas sociales, los que por lo general actúan en una base territorial equivalente a una provincia, aunque no siempre esto es así.
El más antiguo Consorcio de Italia que agrupa a cooperativas sociales funciona en Brescia, y asiste a las cooperativas asociadas en lo atinente a asistencia técnica, capacitación de los responsables, asesoramiento jurídico y contable, secretaría social, elaboración de nuevos proyectos y servicios, y hasta a veces otorgan garantías financieras. También interviene en la negociación de los contratos públicos con las cooperativas asociadas, y favorece la creación de nuevas cooperativas.
Por otra parte las cooperativas sociales están afiliadas a alguna de las dos federaciones italianas, Federsolidarietà-Confcooperative y Lega Cooperativa, aunque muchas de ellas se han integrado al Consorcio Nazionale Della Cooperazione di Solidaietà Sociale Gino Matarelli.

UN EJEMPLO
“Leader Magazine Nº 10” (“Las cooperativas sociales italianas, ¿un modelo a seguir?”) publicaba en 1995 la siguiente información. La cooperativa “Fraternitá” fundada en 1979 en cercanías de Brescia, se encuentra en una de las regiones más prósperas de la Unión Europea. En un principio se ocupó exclusivamente del hospedaje y acompañamiento a personas con dificultades, jóvenes con problemas familiares, adultos sin hogar, excluidos, entre otros.
Pocos años después, en 1984, propuso a “Sol Co”, consorcio provincial de las cooperativas sociales, hacerse cargo de la gestión y mantenimiento de los espacios verdes municipales. El consorcio decidió alentar a cuatro cooperativas sociales, entre ellas Fraternitá, a la especialización en la creación de estructuras para la inserción profesional.
El contrato con Sol Co más las subvenciones concedidas por la Región de Lombardía tuvo como consecuencia un rápido desarrollo de Fraternitá para llegar a ser la empresa rentable de hoy día, convirtiéndose en una empresa que emplea a 60 asalariados, de los cuales 25 son trabajadores desfavorecidos, y factura alrededor de 2 millones de Euros anuales.
Afirmaba “Leader Magazine” que el 60 % de los ingresos provenían de contratos públicos, básicamente del sector de la gestión de los espacios verdes de Brescia, en tanto el resto provenía de la prestación de bienes y servicios ofrecidos al sector privado: producción de plantas y de flores, mantenimiento de jardines que pertenecen a particulares o a empresas. Dado que las actividades mencionadas son estacionales, los trabajadores desarrollaban otras tareas durante los meses de menor demanda. Para ello la cooperativa disponía de un servicio informático con el cual realizaba diversas tareas como es la codificación de los abonados de dos compañías de distribución de agua, gas y electricidad, y tareas de lectura de los contadores.

FINANCIAMIENTO Y AUTONOMIA
Hay un fuerte debate en cuanto a la cuestión de la autonomía de las cooperativas sociales con relación a quienes contribuyen al financiamiento de las mismas, ya que la principal fuente de ingresos de las de tipo A es de origen público. Sin embargo el sistema está pasando por un gradual cambio en el cual los ciudadanos y sus familias están pasando de ser simples destinatarios de los servicios a contribuyentes del sistema.

Principales fuentes de financiación
Prevalencia de fuentes Prevalencia de fuentes
públicas (%) privadas (%)
Tipo A 72,8 27,2
Tipo B 53,1 46,9
Mixtas (A+B) 67,0 33,0
Consorcios 67,3 32,7
Total 65,9 34,1

Fuente: Maiello-Zandonai – Revista española del tercer sector

EL PORQUE DEL ÉXITO
Según Alberani-Mattioli (“La cooperación social italiana”) son varios los factores por los cuales estas cooperativas han tenido un éxito inusitado.
• Nacieron a partir de las necesidades de las personas más débiles de la escala social habiéndose creado una excelente oportunidad de generar riquezas en todo el país.
• Es fuente de ocupación especialmente para los jóvenes y mujeres.
• Promovió la inclusión social y laboral de minusválidos.
• Determinaron el nacimiento y desarrollo de una cultura de los servicios sociales, promoviendo de tal forma el desarrollo local.
• Crearon nuevas figuras profesionales: educadores profesionales, trabajadores sociales, asistentes escolares y domiciliarios, entre otros.
• Destinaron por primera vez recursos para la formación y capacitación de los trabajadores.
• Fueron las primeras empresas italianas en adquirir responsabilidad social, realizando los balances sociales.
• Apoyaron el crecimiento de toda la economía, especialmente la cooperativa, lo que se tradujo en un fortalecimiento de la identidad y la imagen del movimiento cooperativo.

CONCLUSIONES
Los problemas de desempleo y otras cuestiones sociales trajeron como consecuencia en Italia la generación de este novedoso “fenómeno”. El nacimiento y desarrollo de las cooperativas sociales dio lugar a una nueva forma de empresa social, mezcla de caridad (pública o privada), solidaridad y mercado, alentado por la impotencia del estado.
La Ley italiana Nº 381/91 estableció que el objetivo de estas cooperativas es “el interés general de la comunidad para la promoción humana y la integración social de los ciudadanos”. En ese sentido se puede afirmar sin lugar a dudas que en Italia el sistema viene funcionando muy bien. El estado hasta ahora ha podido, merced a este modelo cooperativo, consolidar una forma de inclusión social.

En tanto nuestro país sufre hoy la falta de políticas públicas en numerosos aspectos sociales y las organizaciones no gubernamentales vienen cubriendo esa falencia. La pregunta es ¿tomando como modelo el “cooperativismo social” a la italiana, podría establecerse un sistema de inclusión social destinado a pobres, indigentes, marginados, excluidos, desclasados, minusválidos, drogadependientes, presos, familiares de presos, ex - presos, inmigrantes, jóvenes desocupados y otros grupos desplazados del sector formal de la economía?
En ese sentido, pensamos que el desarrollo de la acción social a través del “cooperativismo social” descripto es una seria posibilidad a considerar, tomando como base el modelo italiano e incorporando los elementos necesarios de nuestra realidad social y cooperativa.

Los tejedores de Rochdale eran indigentes y fueron capaces de paliar el hambre, construyendo desde abajo una empresa cooperativa. Entendemos que el movimiento cooperativo, con el apoyo del Estado (no desde el Estado), está en condiciones de llevar adelante un proyecto en el cual se mejore la calidad de vida de vida de los hombres y mujeres de nuestro país.

Bibliografía:
• “Las empresas sociales” Artículo de Laurent Gardin en “Economía Social y Solidaria: Una visión europea”. Colección lecturas sobre economía social. UNGS. Editorial Altamira. Fundación OSDE. Bs. As. 2004
• “Las cooperativas sociales italianas: ¿Un modelo a seguir?”. “Leader Magazine N° 10”. Invierno 1995/1996. “Rural Europe”, Biblioteca. http://ec.europa.eu/agriculture/rur/leader2/rural-es/biblio/training/art06.htm
• “La cooperación social italiana”, audiovisual de Alberto Alberani - Simone Mattioli, www.marche.legacoop.it , www.legacoop.bologna.it
• “La evolución de la cooperación social en Italia, entre consolidación y transformación”. Marco Maiello-Flaviano Zandonai, “Revista española del tercer sector”, www.fundacionluisvives.org/rets/8/articulos/27669
• “Nuevos directivos para nuevas cooperativas. La figura del empresario social en las cooperativas sociales italianas”. Artículo de Flaviano Zandonai-Enzo Pezzini. Revista de la economía pública, social y cooperativa Nº 48. CIRIEC. España, Abril/2004.

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