Libro editado por Aplicación Tributaria S.A.
Autor: Juan Carlos Velazque
INTRODUCCION
Seguramente aquel 21
de diciembre de 1844, día en que abrieron por primera vez las puertas de su
almacén cooperativo, los Pioneros de Rochdale no habrán imaginado la dimensión
que cobraría esa acción, tan cara al movimiento cooperativo internacional, con
el correr de los años.
Fueron veintiocho los
trabajadores que iniciaron el camino del moderno cooperativismo. Siendo varios
de ellos analfabetos, no dudaron en destinar a “educación general” un
porcentaje de los beneficios netos que resultaran de la operatoria cooperativa.
Es posible que
tampoco pensaran que esa regla estatutaria cobrara una relevante importancia
con el paso del tiempo. La llamada “regla de oro” del cooperativismo pasó a
denominarse “educación cooperativa”, el sexto de los siete principios
establecidos por la
Alianza Cooperativa Internacional (ACI). Esta organización representativa del cooperativismo mundial,
a través del Congreso realizado en la ciudad de Manchester, Gran Bretaña, en
1995, modificó este principio por “educación, capacitación e información”.
La aproximación que
tiene desde Rochdale el cooperativismo con la educación común de nuestro país
es el tema que desarrollaremos a continuación. Para ello es menester que
retrocedamos al año 1919 cuando, finalizada la Primera Guerra
Mundial, un personaje llamado Bartolomé Profit -quien se encontraba a cargo de
la inspección de escuelas francesas-, “viendo el estado catastrófico que
presentaban los establecimientos escolares de su país, se dio a la tarea de
comenzar la reconstrucción de los edificios dañados con la ayuda de los alumnos
de las mismas escuelas”.
Como consecuencia de
aquellas acciones nacía “Las Abejitas”, la primera cooperativa escolar que se
conoció en el mundo. La idea se extendió entonces por toda Francia
diseminándose luego por Europa y solo dos años más tarde, en 1921, arribaba a la República Argentina
a través de la colonia francesa que se había establecido en el siglo anterior en Pigüé, Provincia de Buenos Aires,
fundadora a su vez en 1898 de la primera cooperativa de seguros de Sudamérica.
Los docentes de una
escuela de aquella localidad llevaron entonces a la práctica el cooperativismo
escolar creando la primera institución de este tipo en nuestro país de la que
se tenga noticia. Se trataba de la “Unión Escolar Cooperativa” que funcionó en la Escuela N º 3 Domingo
Faustino Sarmiento, dedicándose a la producción de jabones y a la elaboración y
venta de mermeladas.
Si bien la creación
de la Sociedad
de Rochdale era muy reciente, esta forma asociativa se iba desarrollando
paulatinamente en toda Europa. La semilla estaba sembrada y en consecuencia no
pasaría mucho tiempo para que el cooperativismo sentara sus bases también en
América y comenzara a desarrollarse en nuestro país a poco de iniciada la
segunda mitad del Siglo XIX. Coincidimos con Alicia S. Rovella cuando afirma
que “la educación no forma al hombre en abstracto, sino en y con una estructura
social”. Y la Argentina de
aquellos años estaba conformada en forma predominante por inmigrantes europeos
imbuidos de una cultura asociativa, basada en la ayuda mutua y la solidaridad.
Largo ha sido el
camino recorrido desde entonces por la educación cooperativa para arribar
finalmente a la sanción de la Ley
de Educación Nacional en el año 2006 concretándose allí, -gracias al valioso
aporte de profesionales, docentes, y de todo el movimiento cooperativo y
mutual-,pensamos que en forma definitiva, la incorporación de los principios y
valores del cooperativismo y del mutualismo en los procesos de
enseñanza-aprendizaje y la promoción del cooperativismo y mutualismo escolar.
Párrafo del Prólogo suscrito por la Ing. Agr. Silvia E. Recalde:
Este libro compila y ordena la legislación en la temática de la educación cooperativa y mutual, y el autor desea lograr informar y convencer a docentes, alumnos y dirigentes, que la enseñanza y práctica del cooperativismo y mutualismo es posible desde el conocimiento en la teoría, filosofía, actitudes y aptitudes, plenamente avaladas por políticas de estado que aportan posibilidades de desarrollo, formando generaciones de argentinos donde la eticidad sea el camino.
Los años de trabajo compartido con Juan Carlos Velazque, y el estilo que imprimió a este trabajo por su dedicación, convencimiento y vocación docente, me permiten asegurar a los lectores, la importancia por su utilidad e interpretación cabal de las disposiciones vigentes.
Agradezco la confianza y el deseo ferviente de sembrar con esperanza la semilla de la cooperación para contribuir a un país más humano.
El libro puede ser adquirido en el CGCYM-Colegio de Graduados en Cooperativismo y Mutualismo
E-Mail: cgcym@cgcym.org.ar
www.cgcym.org.ar